Trabajo realizado con niños diagnosticados con :
Trastornos Emocionales Severos (TES) – Trastornos del
Espectro Autista (TEA).
El lugar físico donde se llevó a cabo fue en
una Escuela Especial, donde se contaba con la asistencia de preceptoras,
psicólogo, terapeutas y profesores. En
un entorno totalmente conocido para los chicos dentro de sus posibilidades de
percepción.
Duración de la práctica: 4 meses, 2 días a la
semana, 1 ½ por día aprox.
Niño: de nombre Gerónimo, 7 años de edad.
Diagnóstico: TES – Síndrome de Autismo.
Durante las primeras jornadas se realizó un
trabajo de observación, tomando nota de lo siguiente:
·
Leve dificultad motriz en
el movimiento de sus tobillos al caminar.
·
Mirada dispersa, sin
poder sostener la vista por más de 5 segundos.
·
Autoagresión en momentos
de aparente “enfado”, sin causa visible.
·
Hiperactivo, en la búsqueda
constante del “objeto” que le permita reiterar una y otra vez movimientos de
introspección. ( ej.: balanceo )
·
Muy selecto con la
comida, eligiendo preferentemente carne y postre.
·
Utiliza mejor la mano
izquierda.
·
Falta
total del desarrollo del lenguaje hablado pero sí posee gestos de señalar.
·
Reconoce el momento estipulado
como recreo, que se realiza al aire libre.
·
Cuándo la maestra pone
música, el niño se tapa los oídos, llorisquea o se auto agrede.
Luego de esta etapa de observación, tuve dudas
si al niño realmente no le gustaban los sonidos o le molestaba la música, y
comencé por éste punto… con las vibraciones y siempre que fue posible fue
seguido de un contacto físico (Ej.: una
caricia).
Antes de comenzar llevaba mi mente a
frecuencias bajas, para estar lo más relajada y perceptiva posible, para poder
captar cualquier reacción y si la hubiera ver si era en realidad un reflejo o
una actitud “intencionada” del niño.
Dividí la práctica en etapas para poder
exponerlas más claramente:
Primera Etapa: fue la etapa más sutil, repetí palabras
mentalmente, susurré su nombre al oído una y otra vez, luego pasé a la práctica
de mantras y campanas tingshas.
Segunda Etapa: sonido y contacto físico, con juegos y sin
juegos.
Tercera Etapa: práctica más física, asanas con elementos.
Detalles de las Etapas:
·
Durante su tiempo de recreo en
el parque, yo imitaba “su juego” sin hablarle y sin interrumpir su actividad,
como si yo fuera su reflejo. Sentado en el piso él toma contacto con ramitas
del pino y tierra.
Mientras imito su acción
(misma actividad, misma postura) canto el mantra OM, primero mentalmente, luego
susurro y por último en voz alta, sin respuestas de parte de él.
·
Luego de unos días reconoce mi
voz, dirigiendo su atención cuándo lo llamo.
En el recreo hoy utilicé
partes de persianas plásticas que estaban en el suelo, utilizándolas como “zancos”,
mientras iba caminando con ellas con pasos grandes, golpeaba la tierra fuerte
como para observar si Gerónimo podía
percibir algo, movimiento, sonidos, vibración, etc., estando él a unos 10
metros sentado en el suelo atento a las ramitas del pino que iba juntando. No hubo respuesta del niño, pero sí la hubo
cuándo pronuncié su nombre, levantó la cabeza, se acercó hasta mí corriendo a
querer jugar con las persianas y golpearlas en el suelo, este intercambio duró
aproximadamente 20 segundos. Luego él
se sentó y yo estando de pie, abrí las piernas para que él esté debajo mío
sentado, mientras yo seguía golpeando como si fuera percusión a un ritmo estable las varas de plástico contra el suelo
y mantrando OM. Respuesta del niño: tomó
las varas, levantó la cabeza y mirada mirándome, durante aproximadamente 4
minutos.
·
En el segundo mes siguieron
las prácticas con Mantras, sonidos, contacto físico. Respuesta del niño : se lo
ve mucho más relajado, sonríe y sostiene la mirada por mucho más tiempo. Ha disminuido los períodos de ansiedad.
Luego de dos meses he observado que el niño sostiene
más tiempo el contacto visual, alrededor de 10 segundos y esporádicamente
permite “compartir” su juego.
Comenzando la segunda etapa : el
niño accede a jugar de a dos.
Él estaba acostado boca abajo
en el piso, yo hice lo mismo y comencé a mover unos cochecitos de juguete, se
lo enviaba por el piso hasta su mano, él lo giraba y me lo tiraba a mí, yo
volvía a repetir la misma acción y él volvía a responder de la misma manera.
Durante aproximadamente 5 minutos.
·
Observándolo en su recreo tomo
nota de lo siguiente : noto que el niño intenta interactuar por unos instantes
con otros niños que llegaron al parque para practicar deportes…estos chicos
eran mucho más grandes y ellos lo rechazaban, Gerónimo se tiró al piso con
bronca y golpeaba el piso con mucha fuerza.
Esto sucedió varias veces hasta que se alejó. Esta experiencia también fue
observada por el Psicólogo de la escuela.
·
Hoy utilicé por nuevamente las
tingshas, primero las hice sonar, jerónimo se mostró al principio atraído por
el sonido, luego de 10 min aprox. comenzó a taparse los oídos. Desde el piso me miraba y aunque se tapaba
los iodos estaba algo intrigado, luego dejé de hacerlas sonar y comencé a
frotarle con intensidad el pecho, la respuesta fue unas “carcajadas” sutiles pero
sonoras, se lo veía muy “complacido”.
Por unos instantes esa sensación se “proyectó” en mí… y evidentemente en
el ambiente, porque el otro niño, Agustín de 11 años con el mismo síndrome, se
sentó en el suelo también en busca del acercamiento físico y el contacto con Gerónimo.
·
En la última etapa, siguió ocurriendo situaciones de “juegos de
dos”. Ejemplo: en un momento observó mi mochila y comenzó a “obsesionarse” con
una botellita de agua mineral que estaba colgada en uno de los bolsillos, le
gustaba su textura, el ruidito que hacía al apretarla, hasta que la sacó. Me la da y yo le repetía…. “gracias, la
guardamos”!!!!! y la ponía nuevamente en el bolsillo, él la volvía a sacar y se
repitió esta conducta por varios minutos, siempre el niño estuvo mirándome a la
cara en el momento que me daba la botella.
·
Última etapa de Tingshas : cuándo comenzó a taparse los oídos,
la hice sonar más veces y más fuerte, pero que sonara armonioso, intentando “provocar” una reacción de él …. Y
comenzó a emitir sonidos…. Como grititos de desacuerdo, de que le molestaba.
Luego de dejar de tocarlas (tingshas) hicimos YOGA asanas!
….. Sentados en el piso abrazamos la pelota grande (como pasthimotanasana con
elemento), luego practicamos bhujangasana y por último sarvangasana (x 5 veces
aprox.) porque le gustaba y no quería bajar, él mismo hacia fuerza para que no
lo haga descender.
Seguido de asanas descanso libre…. El niño se movía en el
suelo con total libertad y expresión. Al
terminar con la relajación tuvo diarrea.
Luego de que lo cambien y antes de comer…. vino el Psicólogo, y
comentamos que Jerónimo estaba fijando más la vista…. donde el profesional
añadió que lo ve más relajado, más tranquilo.
De esa forma terminé esta experiencia con este
niño. El motivo de compartir dicha
experiencia es tal vez abrir una nueva inquietud para con este síndrome,
descubrir nuevos canales en donde se puede crear vínculos, donde la
comunicación tenga lugar más allá de nuestra propia mente. Por último considero oportuno hacer mención
de esta frase que de alguna manera ha guiado dicha experiencia:
“El niño autista no parece transmitirnos sus
estados mentales a través de sus
actos
de comunicación. No es que no se comunique, como se ha dicho tantas
veces.
Lo que sucede, en muchas ocasiones, es que se comunica, pero de un
modo
especial. Permanece fuera de la trama de intenciones y estados de la
mente,
que subyacen, como ríos profundos, a las interacciones humanas habituales”
Lic. Angel Rivikre
Silvia Edith Fernández